Fuente: OCDE |
Según el INEE (2013), el porcentaje de alumnos repetidores es uno de los factores que determinan el bajo rendimiento del alumnado en España. Así, se ha constatado la diferencia entre los resultados educativos que presentan los estudiantes repetidores y los que nunca han repetido: los alumnos no repetidores alcanzan buenos resultados en PISA 2012 (superiores incluso a la media de UE y de la OCDE en las tres materias evaluadas), mientras que los alumnos que repiten 1 o 2 cursos no alcanzan o alcanzan por muy poco los niveles mínimos necesarios para su correcta integración en la sociedad del conocimiento. En un artículo publicado en el blog del INEE, Covadonga Ruiz de Miguel (UCM) señala que, “Aunque es cierto que los niños que repiten, a medio plazo (en 3º de Primaria), muestran una mayor percepción de su propia competencia cognitiva y un mejor comportamiento en el aula (en relación con compañeros de bajo rendimiento que han promocionado y con su desempeño en año anterior), el efecto de la repetición es negativo sobre el rendimiento en matemáticas y en lectura, así como sobre las expectativas educativas de sus padres”.
Todos estos datos reflejan claramente que los alumnos repetidores consiguen peores resultados que aquellos que nunca han repetido. Sin embargo, no podemos afirmar con rotundidad que sea el efecto y no la causa. Es decir; no sabemos si los alumnos repetidores suspenden porque repiten o repiten porque suspenden. Posicionarse en contra de la repetición porque los resultados de estos alumnos no mejoren en PISA no significa que en caso de no haber repetido los resultados de estos alumnos fueran mucho mejores.
En la actualidad, los alumnos solo pueden repetir una vez en Educación Primaria y otra en Educación Secundaria. En Educación Primaria, existe la tendencia de hacer repetir a los alumnos en los cursos inferiores para que la brecha de nivel no se haga más grande. Eso es lo que defendía, al menos, la pedagogía imperante. Excepto raras excepciones, pocos maestros suspenden a sus alumnos como castigo, sino como estrategia para lograr una mejora en sus resultados. Si bajamos a pie de aula, los docentes nos encontramos en más ocasiones de las que quisiéramos –especialmente en Tercer Ciclo y en ESO- con alumnos que manifiestan abiertamente que no les importa suspender porque, como ya han repetido en una ocasión, van a pasar de curso igualmente. Esto, sin lugar a dudas, ofrece un mal ejemplo para los compañeros, ya que perciben que si alguien no supera un curso, el sistema lo hará por ellos. Por otro lado, el contexto familiar de muchos alumnos –tal también como recoge PISA- tampoco es propicio para el aprendizaje, lo cual se ve reflejado claramente en sus notas, y la intervención de la escuela en este aspecto es bastante limitada. Por último, existen alumnos con un alto grado de indisciplina cuya actitud desafiante obliga a los docentes a tomar la medida de la repetición de curso.
A lo largo de mi carrera, he hecho repetir a varios alumnos en 6º de Educación Primaria, tras analizar en profundidad las ventajas e inconvenientes para el alumno tanto educativas como emotivas. En un porcentaje elevado, puedo decir que la medida fue acertada, ya que estos alumnos realizaron la ESO sin repetir otro curso. No soy partidario de la repetición, ya que considero que el aprendizaje no depende de un solo año. La repetición de curso debería ser una medida excepcional; es cierto. El sistema educativo debería ofrecer más vías o tramos para alumnos con escasa maduración, motivación o con habilidades menos cognitivas. Sin embargo, los datos de PISA sobre los alumnos repetidores no tiene porque significar que la repetición sea una medida fracasada, sino que puede advertirnos de que en España muchos alumnos –y también sus familias- tienen intereses muy alejados de los que ofrece la escuela y que, a pesar de las medidas que se adoptan –que es cierto que no son muchas ni diversas-, siguen sin mejorar en sus resultados.
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