En lo que respecta al ámbito educativo, últimamente no deja de aparecer por todas partes el término “aprendizaje cooperativo”. Da la sensación de que este tipo de aprendizaje se ha convertido en los últimos años en el paradigma del aprendizaje. Cualquier programación que se precie en la actualidad debe recoger el aprendizaje cooperativo como metodología básica, y cualquier profesor que se precie debe fomentar este modelo de aprendizaje.
Qué duda cabe que este tipo de aprendizaje es importante para la educación de nuestros alumnos, sin embargo, no debe limitarse como el único tipo de aprendizaje ni, por supuesto, como el mejor.
¿Qué es el aprendizaje cooperativo?
El aprendizaje cooperativo es un enfoque que trata de organizar las actividades dentro del aula para convertirlas en una experiencia social y académica de aprendizaje. Así, los estudiantes trabajan en grupo para realizar las tareas de manera colectiva. El aprendizaje en este tipo de enfoque depende del intercambio de información entre los estudiantes, los cuales están motivados para lograr tanto su propio aprendizaje como para mejorar los logros individuales y colectivos. Evidentemente, este tipo de enfoque puede ser muy válido para determinado tipo de tareas –investigación en el aula, juegos grupales, creación de murales, etc.- pero no para cualquier tipo de tarea.
Tipología del aprendizaje y tipología de tareas
Para poner un ejemplo deportivo que podamos visualizar con claridad, podemos decir que el aprendizaje cooperativo es básico si entrenamos a un equipo de baloncesto, pero totalmente inútil si entrenamos a un jugador de tenis. Incluso dentro del entrenamiento de nuestro equipo de baloncesto podemos decir que dicho aprendizaje cooperativo será importante, por ejemplo, para entrenar el juego en equipo, pero tampoco será válido para aprender la técnica del lanzamiento del tiro libre, que es individual (esto no quiere decir que no se pueda hacer en compañía de otros compañeros o a través del juego, sino que la práctica y el aprendizaje error-acierto es individual).
La utilización del aprendizaje cooperativo en el aula depende en gran medida de la tarea a realizar. Hay, sin embargo, una tendencia últimamente a priorizar la metodología por encima de la tarea –o incluso del propio aprendizaje- como si lo importante fuese la metodología y no el aprendizaje en sí.
De un modo muy resumido, podemos decir que:
- Existen tareas y aprendizajes que requieren la individualidad: hay tareas que requieren de un trabajo individual.
- Existen tareas y aprendizajes que requieren la cooperación: hay tareas que requieren el trabajo individual dentro de un grupo para conseguir un objetivo común.
- Existen tareas y aprendizajes que requieren la colaboración: hay tareas que requieren un trabajo conjunto para conseguir un objetivo común.
- Existen tareas y aprendizajes que requieren la competición: hay tareas que requieren un trabajo de competición-oposición para alcanzar un objetivo ya sea individual o común (este tipo de tareas son más propias de la actividad física).
Todas estas tareas son importantes dentro del ámbito educativo, pero no todas ellas pueden realizarse mediante el “aprendizaje cooperativo”.
Tipología del aprendizaje y tipología del alumnado
En el aula podemos encontrarnos con alumnos pragmáticos, racionales, analíticos, intuitivos, deductivos, inductivos, empáticos, sociables, tímidos, introvertidos, etc., etc. El carácter de cada uno de ellos determinará en cierta medida su modo de aprender. Así, los alumnos tímidos se encontrarán más cómodos con las tareas individuales y más incómodos con las tareas más colaborativas. Los alumnos sociables y empáticos, en cambio, se sentirán más cómodos con las tareas grupales y con el aprendizaje cooperativo.
Kolb nos habla de 4 tipos de alumnos:
La experiencia y el aprendizaje
La finalidad de nuestra tarea como docentes es que nuestros alumnos aprendan, y para ello podemos utilizar infinidad de estrategias, metodologías y recursos. Es importante que tengamos en cuenta que para poder ofrecer una educación integral a nuestros alumnos y dotarlos de diferentes experiencias debemos enfrentarlos a distintos tipos de aprendizaje, no solo a uno. En cualquier ámbito de la vida, los seres humanos nos enfrentamos a distintos tipos de situaciones, y las de colaboración son solo una parte de ellas. En la vida profesional y personal –a veces, por desgracia- existen infinidad de ocasiones en que debemos enfrentarnos de manera individual a multitud de aprendizajes o metas. De hecho, el aprendizaje a través de MOOC´s y la formación telemática se está imponiendo como el tipo de formación más solicitado, y para ello se requiere del individuo una experiencia amplia en el trabajo individual: organización, gestión temporal, lectura, análisis, reflexión, creación, etc.
Como experiencia profesional, puedo señalar que diseño tareas donde mis alumnos tienen que enfrentarse a diversos tipos de aprendizajes. Cuando la tarea es individual, algunos alumnos se quejan porque prefieren las actividades más dinámicas. Sin embargo, también es cierto que en las actividades más grupales, aquellos alumnos más tímidos e introvertidos muestran cara de incomodidad (no suelen protestar por su carácter reservado, lo cual no significa que no les afecte), ya que prefieren realizar la tarea de manera individual o –en su caso- con alguien con quien tengan mucha confianza y afinidad. Esto no se debe a que sean más o menos individualistas, sino a que trabajan de un modo que no suele ajustarse al grupo, donde hay todo tipo de alumnos, incluidos aquellos que no tienen interés por participar, cosa que afecta mucho a los alumnos más teóricos.
Por todo ello, hay que volver a recordar que la finalidad de nuestra labor docente es que nuestros alumnos aprendan, y para ello debemos hacer que acumulen el mayor número de experiencias posibles, tanto si se ajustan a su modo de aprender como si no. Ese es uno de los mayores aprendizajes que podemos darles.
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