Por la dignidad de la labor docente

Hace aproximadamente unos seis meses, durante una comida de profesores, tuve una breve y desagradable charla con una compañera de profesión. Un grupo de compañeros estábamos hablando sobre la innovación educativa y sobre la necesidad de ofrecer a los alumnos una educación distinta de la actual cuando, en un momento de la conversación, esta compañera acercó su silla hacia nosotros y nos interrumpió para decir que todos los maestros hacíamos más o menos lo mismo en el aula. Lógicamente, yo le dije que eso no era cierto, y que había docentes que innovaban en sus aulas, o que ofrecían una educación distinta, o que tenían unas cualidades especiales para educar. Ante esto, la compañera se revolvió y dijo que ella había coincidido conmigo en no sé qué colegio y que yo era igual que todos los demás. Al parecer, ella se acordaba perfectamente de mí, aunque yo no la recordaba en absoluto. Ante aquella afirmación, le expliqué que mi objetivo en la vida no era ser ni igual ni diferente que otro, sino un buen docente, y que hablaba muy poco en su favor como profesional que evaluase una labor docente de veinte años en un momento sin haberse metido nunca en mis clases.

Como la compañera me pareció de esas personas con escasa capacidad de reflexión, escucha y análisis –además de que no me gusta perder el tiempo con personas de las que no puedo aprender nada-, me levanté y me fui hacia otro lado. Podría haberle dicho que poseo unas 3.000 horas de formación, de las cuales, unas 500 las he dedicado a la innovación educativa, pero su actitud me pareció más una justificación de su posible inutilidad como docente que una creencia verdadera.


SER MAESTRO ES UN PRIVILEGIOSer maestro es un privilegio. Y todo privilegio conlleva una enorme responsabilidad. La responsabilidad de educar –ya sea a un niño o a un adulto- es un enorme privilegio. Por eso, no me gustan los docentes irresponsables. No me gustan los docentes que se justifican para no mejorar. No me gustan los docentes que les echan la culpa de todo a los demás. No me gustan los docentes que solo se preocupan de cobrar a fin de mes. Y no me gustan los docentes que dicen que todos somos iguales para dormir mejor por las noches. 

UN MAESTRO NO NACEUn maestro no nace. Puede que algunas personas sientan la vocación de ser maestro antes de estudiar la carrera, pero la vocación por sí sola no sirve para nada.  Alguien puede tener la vocación de ser futbolista, pero si no entrena duro cada día y no tiene experiencias en partidos, nunca llegará a nada. En nuestra profesión sucede lo mismo. La vocación y la profesionalidad deben ir preferiblemente de la mano, pero hay quienes han estudiado magisterio por pura casualidad y luego han descubierto que era su oculta vocación. Y este tipo de profesores pueden ser mucho más profesionales que aquellos que solo tienen vocación. Ante una operación a corazón abierto, todos elegiríamos al mejor cirujano del mundo aunque no tuviese vocación de ser cirujano desde pequeño.

VOCACIÓN O CUALIDADESComo digo, a veces la vocación no sirve para nada. Lo que hace a un profesional un buen profesional no son las vocaciones, sino las cualidades. Y tratándose de una profesión tan compleja como la nuestra, se requieren al menos de una serie de cualidades fundamentales.
  • Saber escuchar: un buen docente debe saber escuchar a sus alumnos.
  • Ser dialogante: un buen maestro sabe dialogar y llegar a acuerdos.
  • Ser observador: en la observación de nuestros alumnos está en muchas ocasiones el secreto.
  • Ser justo: La justicia es básica para que nuestros alumnos nos respeten.
  • Enseñar con actitudes: No enseñamos con lo que decimos, sino con lo que hacemos.
  • No tener prejuicios: Los prejuicios matan el espíritu.
  • Tener siempre sed de aprender: el que no está dispuesto a aprender o cree saberlo todo, difícilmente sabrá enseñar.

UN MAESTRO REPRESENTA LA CULTURAUn maestro no puede ser inculto ni fomentar la incultura. Para eso ya están los programas televisivos de por la tarde. Un maestro representa la cultura. Y ser representante de la cultura supone un esfuerzo. A los centros llegan muchas veces profesores con un vocabulario escaso y con una cultura muy limitada. Por eso, un maestro:
  • No puede cometer errores de ortografía.
  • No puede tener un vocabulario escaso.
  • Debe leer.
  • Debe cultivarse.
  • Debe formarse.
  • Debe informarse.

NO ERES MI COMPAÑERO.Los errores que cometemos como docentes no se pierden en la nada, sino que  afectan a unos seres humanos llamados alumnos. De ahí que nuestra profesión sea tan estresante y tan compleja. Me consta que la gran mayoría de los docentes intentamos mejorar día a día para ofrecer a nuestros alumnos una mejor calidad (a pesar de la escasa valoración social e institucional que padecemos). Sin embargo, también existe una serie de docentes que desvirtúan a diario nuestra profesión. Esos docentes son tremendamente perjudiciales para la imagen de nuestra profesión y, lo que es más grave, para sus alumnos. Por eso, lamento comprobar cómo muchas veces los profesores anteponemos estúpidamente el término “compañero” al término “profesional”. Sin duda, un gran error que quizá en otras profesiones puede ser válido, pero que en la nuestra puede hacer mucho daño.

Comentarios

Publicar un comentario